Hoy, antes de empezar a poner mi receta, quiero hablaros de una nueva tienda de cocina que acaba de abrir con servicio por internet. La dueña es, junto con su marido, mi compañera y amiga bloguera Julycar. Tienen ya muchas referencias para empezar y las irán aumentando. La tienda se llama PARATUCOCINA. Nos pidió que le echáramos un vistazo a la página, nos registráramos y le hiciéramos sugerencias si las teníamos. Os animo a echarle un vistazo, creo que tiene unos precios estupendos, cosa de agradecer hoy en día. Podéis entrar pinchando en el logo. También lo he puesto en el lateral para que lo tengamos a mano.
Y ahora vamos con la receta. Aunque, en realidad, no es una receta. Es más bien un paso a paso de cómo limpiar anchoas en salazón o, como decimos aquí, anchoas de bota. Son las que vienen en grandes latas y que tienen un proceso de preparación antes de poder ser consumidas. Es entretenido, pero luego están tan ricas que merece la pena. Merecen mucho más la pena que las vienen en lata o botes de cristal ya limpias y con su aceitito, que también están muy ricas. Aquí en Alicante hay mucha costumbre de comer "salao" o salazones y muchos comercios que se dedican a ello. Éstas las he preparado para estos días de fiestas que vienen, junto con una buena provisión de otros artículos como hueva, bonito, mojama y bacalao. Con habas tiernas están divinos. Y en botaca, en tapa, con tomate,...
Ingredientes:
-anchoas en salazón (yo he preparado 15)
-aceite de oliva
Preparación:
Con mucho cuidado separamos los filetes de las anchoas de la espina central. Quitamos con los dedos todas las espinas que podamos, tirando de ellas hacia afuera. También podemos usar unas pinzas de cocina, pero yo suelo hacerlo así. A continuación lavamos los filetes uno a uno bajo un chorro de agua, sobre todo para quitar los excesos de sal y las escamas que puedan quedar. Las dejamos escurrir y luego las disponemos sobre papel de cocina, colocamos otro encima y aplastamos con suavidad para recoger el agua sobrante. Las colocamos en un recipiente y las cubrimos de un buen aceite de oliva. Las tapamos y pasadas unas horas estarán listas para ser consumidas, aunque se podrían comer enseguida, pero así se impregnan mejor del aceite.
El recipiente yo lo guardo en la despensa, no en la nevera, pues el aceite tiende a solidificarse con el frío. Aguanta mucho tiempo, la sal que aún llevan y el aceite les ayuda a conservarse, pero no durarán lo suficiente para dar lugar a comprobar si se ponen malas, jajaja.