Se coge el salmón ya limpio sin espinas, los lomos. Normalmente me gusta usar la parte de la cola que tiene menos espinas, pero da igual, la parte que más os guste sirve. Lo mejor es que sea uniforme en cuanto al grosor, para que no se haga más por una parte que por otra. Se mezcla un vaso de azúcar y otro de sal y se espolvorea generosamente con eneldo del que viene seco en botecitos. Poner la mitad de la mezcla en un tupper, se coloca el salmón encima con la piel hacia abajo y se termina de cubrir con el resto de la mezcla. Tapar y a la nevera durante 24 horas. Si fuera muy grueso dejarlo alguna hora más. Sacarlo, lavarlo debajo del grifo para quitar los restos de sal y azúcar que se habrán hecho líquidos y secarlo bien con papel de cocina. Ya está listo para empezar a cortarlo a lonchitas finitas, dejando la piel en la pieza y con ella se puede ir tapando el corte para que no se reseque. También se puede cortar todo y ponerlo en un tupper cubierto con aceite, como las anchoas, para que os déis una idea. Si hacéis mucho lo podéis congelar y cuando se saca se corta y también se puede poner en aceite o usarlo tal cual. Dura por lo menos una semana en la nevera, eso si lo podéis resistir, que con pan tostadito y mantequilla o con un poco de tomatito rallado se preparan unas tostadas, montaditos o bocatas que no veas. Conservado en el aceite durará algo más. Es muy sencillo de hacer, rico y resultón.
Y ya si queréis que todo el proceso sea aún más sencillo hacéis como yo, que le he pedido a mi mami que lo haga ella y ya me ha dado un lomo marinado. Yo sólo he tenido que cortarlo en tres partes. Dos las he congelado por separado para otras ocasiones y una la he fileteado y puesto con aceite, al que he añadido un poco más de eneldo para que tenga más saborcito. Cuando se acabe el salmón, si os queda aceite, es estupendo para aliñar una ensalada o poner sobre una tostada. No se os ocurra tirarlo.
Para probarlo lo puse con tomate rallado y tostadita de pan. Uhmmmmm! ¿Gustáis?
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